El beso del dragón

Después de un rato follando, sigue sin cansarse y encadenando orgasmos. Cuando la conocí, hace unas horas, nunca pensé que fuera así de activa.

Ahora mismo yo estoy sentado en el borde de la cama, con las rodillas separadas y ella de pie, puesta delante en pompa. Con sus manos apoyadas en mis rodillas, su cuerpo levemente inclinado hacia adelante, y dando sentones en mi polla.

Su pelo largo rizado rebota por la parte alta de la espalda. Su parte central brilla por la transpiración del sexo. Y la parte más baja me maravilla con su cinturilla y los hoyuelos de Venus. Con la piel blanquita pero ligeramente dorada hasta las nalgas, que tienen un color rosado de haberla dado algún azote y agarrarla la nalga blanda en momentos de placer.

Solo con sentirla ya es placentero, pero además el morbo de ver su ano ligeramente más oscuro tener alguna que otra contracción subiendo y bajando es demasiado excitante.

Estiro mis manos buscando sus pechos. No sé la talla que usa pero son ideales para mis manos. Caben perfectamente y los puedo agarrar sin problemas. Me inclino hacia adelante para poder tocarlos y acariciarlos bien. Ella se relaja un poco y se acomoda entre mis piernas haciendo que mi polla penetre más profunda en sus entrañas. Ella se incorpora para que pueda manosearla mejor. Pero va tan caliente que es incapaz de estarse quieta. Mientras la sobo, va jugando con sus caderas. Haciendo pequeños círculos que repercuten en mi polla frotándose por su interior.

Yo resoplo de placer mientras ella me pide que siga. Aunque creo que no es a mi, sino simplemente está pensando en voz alta que no quiere que se acabe el placer que está sintiendo. A ratos puedo sentir como se contrae su coño y por mis huevos el efecto frío-calor de escurrir sus fluidos. Caliente de salir de su interior y frío cuando está con el ambiente.

Saco mi lengua, le doy un largo lametazo por la espalda. Justamente recorriendo las vértebras. todas y cada una de ellas. Desde media espalda hacia arriba. Ella resopla y se echa la melena hacia adelante para que yo llegue hasta la base de la cabeza con mi lengua.

En ese recorrido siento en mis manos como su piel se eriza y sus tetas se endurecen.

Pese a que ya llevamos un tiempo de sexo, para ella es como si fuera el comienzo. Disfruta sin señales de agotamiento ni cansancio. Hace el helicóptero y estando sentada sobre mi polla, gira para ponerse cara a cara conmigo, penetrada en mi regazo.

Me mira, el universo se detiene unos segundos y se lanza a por mi boca. A besarme y devorar mi boca. Es muy pasional. No para quieta. Aparta unos segundos su boca de la mía, y me dice: “Me encanta tu polla” y me vuelve a besar mientras sus caderas se agitan de forma enérgica. Yo bajo mi mano y la doy un azote en el culo. Ella exclama entre suspiros de placer. “¡Sii, dame más! ¡Azótame que he sido mala! ¡Ufff… como me pone que me azoten!

En ese momento, al ser menuda, la abrazo llevando mis manos hasta sus nalgas y me pongo en pie. Su cuerpo cae levemente acoplándose al mío. Vamos hasta la pared y la empujo contra ella. Su espalda golpea la pared a la vez que se abraza con más fuerza a mi. Noto en su mirada la llama de la pasión que a su vez arde en su coño. La embisto varias veces de forma ruda y ella gime volviendo a pedir más placer y más duro.

La lanzo sobre la cama por el aire y según cae, bota en el colchón. Ella misma se coloca en 4 patas en la cama, con la cabeza apoyada en las sábanas, la espalda muy curvada y su culo mirando al techo. Con la respiración agitada y voz entre cortada, me pide que la rompa, que la de duro. En esos segundos de espera, ella misma se azota el culo y se refriega la mano por sus labios para después llevarse los dedos a la boca y chuparlos. Los saborea con gusto y me mete prisa. “Mmm.. ¡¡Vamos!! ¿No quieres?

Yo solo veo un cuerpo femenino menudo, no usará más talla que una 36 o una M. De tono ligeramente dorado con una sutil marca de bikini brasileño. Alternado con ronchas de tono rosado por las nalgas y espalda. Justamente por su ano y la rajilla del culo un tono algo más oscuro. Hasta sus labios vaginales tipo mariposa o flor recogida. Todo con una depilación perfecta sin rastro alguno de vello corporal.

Me coloco frente a su culo, apoyo mis manos sobre la parte alta de sus nalgas y la escupo. A continuación, aprieto sus nalgas una contra otra y las froto. Suelto y meto mi cabeza entre ellas. Abro la boca y agito mi cabeza de lado a lado mientras resoplo: “Brrrrrrr……” Saco la lengua y lamo lo que encuentro, sin miramientos. De forma persistente y repetitiva.

A lo lejos escucho su voz: “¡Acuérdate que el culo no!…uffff.. o igual si… ¡Ay Dios!… ufff… ¡Madre miiaaa!! Vale.. haz lo que estés haciendo pero no me metas nada… ufffffff…

Sus gemidos siguieron sin tregua a la vez que le comía el coño y el culo. El culo con menos insistencia porque no era algo que la gustase… Al menos hasta este momento. Pero en el coño, juego con sus labios. Los muevo con mi lengua, los mordisqueo, tiro de ellos, juego a penetrar mi lengua en su vagina. Rozar el clítoris, bordearlo, frotarlo de izquierda a derecha, de derecha a izquierda… Hacer todo tipo de acrobacias y peripecias con mi lengua. Su coño no deja de emanar flujo. Muy líquido, templado, de un sabor suave con toque dulzón. Así, todo el tiempo que puedo hasta que ella termina suplicando que pare. Que no aguanta tanto placer.

Como un rabo de lagartija, en cuanto la dejo, se mueve rápidamente y se pone cómoda para darme sexo oral a mi. No duda ni un segundo en introducirse en la boca mi polla. Que aunque ha perdido algo de erección, apenas son unos segundos lo que tardo en sentirla otra vez al 100%. A la vez que ella se atraganta y la come concienzudamente. Esos primeros momentos me relajo mirando al techo y cogiendo aire. Ella está usando su boca, su lengua, y sus manos para pajearme y darme placer.

Levanto un poco la cabeza y la veo haciendo una garganta profunda. Automáticamente coloco una mano mía sobre su cabeza. Ella intenta mirarme y con la boca muy llena, y aprieta los labios gimiendo. “Mmmmm”  y dice algo que no la entiendo. Yo la aviso de que me voy a correr en breve. Ella entonces, con su mano sujeta mi brazo y me tira de él para que la apriete. Instintivamente la hago caso, a la vez que empujo mi pubis hacia su garganta.

En unos segundos, siento los impulsos de mis huevos lanzando leche. Cómo pasa por el tronco de mi polla y la salida con fuerza. Yo cierro los ojos desplomándome en la cama. Ella gime y parece que tiene arcadas pero no puedo parar de correrme en su boca. Dos, tres, cuatro impulsos de mi corrida directos a su garganta mientras la sujeto la cabeza para que trague.

Levanto la cabeza para verla, y en ese preciso instante, veo mi leche salir volando desde su cara. Como una explosión. Además de una especie de estornudo con tos. Aflojo mi mano de su cabeza y se retira un poco. Saca mi polla de su boca llena de babas y flemas. Está todo manchado de corrida. Su cara está muy roja, sus ojos inflamados y repletos de lágrimas. Me mira compungida y se abanica con la mano. Yo estoy atónito ante ella y aun con el placer recorriendo mi cuerpo y mi polla expulsando las últimas gotas de corrida.

Con la voz muy tomada e inusualmente ronca, me comenta entre respiraciones:

“No sé qué ha pasado. Puf. Te la estaba comiendo, he notado tu corrida y me la iba tragando. Pero de repente, había mucha leche y me estaba ahogando. Y me ha dado como un estornudo y ha salido todo por mi nariz. Puff… Literalmente me has llenado de leche la boca y ha explotado tu corrida. Siempre soy capaz de tragarme todo. Me pone mucho. Pero contigo ha sido imposible. Ahora siento que tengo corrida por todos sitos de mi cabeza, y no digo por fuera.

Yo la miro y paso mi mano por su barbilla en una señal de cariño. Ella baja la mirada y al ver mi polla dice sorprendida: ¡Puff… Y aun está medio dura y goteando leche!

 

 

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