El interracial de Alicia

Esta historia interracial le ocurrió a Alicia, que algunas personas ya la conoceréis. Hace un tiempo, compartió con nosotros parte de su vida sexual. En el relato “Las curvys follamos más”. (Leer relato). Tranquilidad que no es necesario haberlo leído para disfrutar de este. Son historias independientes.

Después de que os despertara bastante interés su vida y algún que otro mensaje privado, la he ayudado para crear este relato basado en su historia real. Ya que a ella le cuesta un poco más esto de escribir y narrar su vida. En especial su experiencia interracial en el Erasmus.

Como no tenéis por qué conocer a Alicia, el principio es presentarla. Es una chica de estatura media, con algún kilito de más que compensa con simpatía y sentido del humor directo. Sabe sacarse partido a ella misma y a todas su curvas. De cara tiene unos ojos grandes y saltones de color pardo bajo unas cejas finitas. Unos mofletes que se sonrojan con facilidad y en general una piel blanca apenas sin lunares.

La otra parte de esta historia, es Orson. Un chico francés de ascendencia marfileña que coincidió en Milán de Erasmus en 2014. Según cuenta Alicia, es un chico alto, con un cuerpo muy fibrado y suave. Piel muy tersa y de un color chocolate con leche «Nestlé» brillante y adictivo. Alicia dice que Orson es un chico introvertido y tímido. Muy guapo, atractivo, pero que le pierde su timidez. Las primeras veces que hablaban apenas era capaz de mantenerle la mirada. Muy educado y con una habilidad especial para saber hacer siempre lo correcto. Le costó tiempo sacarle conversaciones, aunque a medida que iban pasando tiempo juntos, las conversaciones eran más extensas, profundas y con mayor confianza.

Alicia cuenta la historia del interracial así:

Pasaron semanas, un par de meses. Después de una jornada de clases y un rato de biblioteca, al salir quedamos para tomar algo. Es lo mejor que tiene el campus de Milán, que está todo integrado con la ciudad, parece Granada. Después de un capuchino, me acompañó hasta el portal de mi piso. Me lancé a darle un beso. No sabía como se lo iba a tomar. Por suerte mi intuición no falló, y le pareció bien. Le invité a subir y creo que entendió lo que le estaba diciendo.

Entramos en mi cuarto, cerré la puerta y hubo unos momentos de tensión de no saber que hacer. Él esperaba que yo tomara la iniciativa. Le volví a besar en la boca y fui haciéndole caricias por el cuello con mis labios. Me sujetó por las caderas y yo le llevé sus manos hasta mi culo. Lo agarraba pero sin mucha pasión, solo apoyándolas encima de mi. Me enganché a él y nos tiramos en la cama. Terminé sentada encima suyo y me quité la camiseta. Me quedé en sujetador. Su cara era un poema, se mezclaba el entusiasmo de tener relaciones y la sorpresa de no esperarse que fuera en ese instante.

En cuanto me quité el sujetador y vio mis tetas, ya supo reaccionar. Me las cogió con sus manos y comenzó a masajearlas. A tocarlas de forma delicada y con las yemas de los dedos apretar mis pezones. Yo instintivamente me fui frotando contra él. Aun teniendo ambos ropa, era muy fácil intuir una gran dureza por su entrepierna. En su línea de «paradito», hizo el intento de chupármelos, pero no llegó.

Me quité de encima suyo, me quité ya toda la ropa y le ayudé a desnudarse. Ahí él comenzó a ser algo más activo. Me sorprendió muchísimo su polla. Era de libro. Un tamaño bueno, de largo y grosor, un glande perfecto con su reborde, y un vena marcada con varias bifurcaciones. Y lo que más me llamó la atención. Un perfecto depilado de todo. Que teniendo en cuenta que no había nada planificado y que tampoco se le ve que fuera un «sex machine», iba muy preparado para cualquier momento. Imagino que siendo negro todas le tiramos para la fantasía del interracial.

Me puse sobre sus piernas a 4 patas con el culo muy en pompa a la vez que le hacía una buena paja con mis tetas. Incluyendo chupadita de la punta y lengua juguetona. Orson no perdía ojo de todo lo que le hacía. Después de un ratito, me dijo que me pusiera encima, pero para un 69. Yo le comencé a comer la polla como le hago a todos los tíos. Él me fue comiendo el coño y jugando con sus dedos. Todo variadito y muy placentero.

Probé hacerle una garganta profunda lentamente. A los pocos segundos, él estaba dándome palmadas en el culo mientras se removía pidiendo que parase, que era mucho placer. Obviamente continué. Me ponía mucho sus azotes y como agarraba con fuerza mis nalgas. Avisó de su corrida pero me dio igual. Se corrió en mi boca y me tragué toda su leche. No esperaba que fuera tanta, pero es lo que había. Él flipaba mucho. Pero yo más cuando descubrí que después de correrse, no se le bajaba y seguí igual a más dura su polla.

Por supuesto seguimos, me puse en 4 y me penetró. Primero lentamente y después más rápido y profundo. Increíble como era capaz de mover la cadera y como se sentía su polla dentro mi. No dejó ni un centímetro sin recorrer. A ratos la sacaba y se frotaba con mi culo. Ponía su polla en medio y me agarraba el culo apretando para pajearse. Le pregunté un par de veces si le gustaba, pero no lo entendió.

Me chupe un dedo y yo misma me autopenetré el culo. Según lo hacía, notaba como su polla se ponía más dura por verme así. Como no se lanzaba, le dije que me lo follara. Me sacó su polla del coño para poder comerme ambos agujeros con mucha pasión. Quiero hacer hincapié en mucha pasión. Sus dedos entrando en mi culo fueron una bendición. Casi que estaba ya en pleno orgasmo cuando me lo completó así. Orson ahora si que le notaba muy concentrado, me estaba usando los dos agujeros a la vez. El coño con su boca y el culo con sus dedos. Yo ya no tenía más sábanas ni colchón que morder con tanto placer.

Poco después, al fin clavó su polla en mi culo. Molestaba como otra cualquiera, pero Orson estaba tan pendiente que en cuanto pudo, con sus manos me empezó a masturbar el coño. Me fue colocando hacía atrás hasta que terminamos él sentado y yo encima suya, de espaldas y empalada. En realidad sodomizada. Creo que nunca había tenido una polla tan clavada en el culo. Me sujetó por el vientre, me hizo separar las rodillas y dejarme caer un poquito hacia atrás. Ese puntito hacia atrás… Buff. En ese momento. puso una mano en mi coño y otra en mis tetas. Con una gran coordinación me dio muchísimo placer. Una masturbación digna de enmarcar. Hasta con movimiento de pelvis, ¿me entendéis, no? (Las chicas seguro que sí y espero que lo hayas vivido muchas veces. Es buffff)

Loca de placer, me puse de ranita sobre él y le cabalgué duro con mi culo. Él me sujetaba, me azotaba y separaba las nalgas. Se llegó a correr una vez más dentro de mi culo. Al menos yo sentí calor y que le daban espasmos. Hasta un par de veces me levantó de la cama solo con su pelvis y no soy delgadita precisamente. Notaba su polla en el estómago pero qué placer. (y que recuerdos me trae este interracial.. hasta me vuelve a palpitar) Yo pensaba acabar y nuevamente su polla erecta no perdía potencia.

Me tumbé bocabajo en la cama y Orson se puso sobre mi, se puso condón y volvió al sexo vaginal, pero con las vistas de mi culo rojo, dilatado y expulsando su semen. Me folló más tranquilo, pero no me dejó parar. Sus dedos se hacían los revoltosos y sus manos acariciaban y azotaban mi culo a partes iguales. Cuando se aburrió me dio media vuelta, al misionero. Me siguió follando, ahora mientras jugaba con mi clítoris ya sobreexcitado y mis tetas. No voy a negar que no me volviera a correr, pero mi cuerpo ya no aguantaba más. Su última corrida fue sobre mis tetas y cara y ni así perdió la erección. Fue ya en la ducha cuando se relajo. Y esto fue mi interracial de Milán.

 

 

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