Follan para mi y cumplen mi fetiche.

Antes de nada tengo que reconocer que soy fetichista, mi fetiche es un poco extraño. Me excita de sobremanera el ser voyeur, el ver como otras personas mantienen relaciones sexuales. Pero que yo sea el motivo de por qué tienen sexo, y además, el coito lo tienen que tener en algún lugar con el que yo esté familiarizado.

En esta ocasión, estaba con unos amigos en un bar, una pareja. Y entre copa y copa, salió el tema sexual. Hablando llegamos a la conclusión de que a ellos les da morbo el que les vean practicar sexo. Si eso lo juntamos con mi fetiche secreto, el resultado no se hizo esperar.

Casualmente ese fin de semana mi casa estaba vacía, era toda para mi, así que les propuse el que tuvieran sexo en mi cama. Yo me sentaría en un rinconcito de la habitación y solo sería un espectador pasivo de la escena que ellos quieran regalarme.

A ellos al principio les sorprendió un poco el que yo pusiera la casa y la cama para solo ver como mantenían relaciones sexuales. Al final, les pudo el morbo y sin necesidad de confesar mi fetiche, los tres nos dirigimos a mi casa.

Entramos a mi cuarto, yo me senté en la silla del escritorio y me coloqué en una esquina. A ellos les dejé que fueran a su rollo. Prefirieron hacerlo a oscuras, aunque abrimos un poco la persiana para que hubiera una penumbra suficiente para que yo pudiera ver lo que ocurría. Se desnudaron completamente y no tardaron en ignorar mi presencia y entregarse al placer.

Apenas unos besos y caricias entre ellos, y se pusieron manos a la obra. Concretamente él comenzó a hacerle un dedo a ella. Por el ruido que hacía le estaba penetrando con fuerza y violencia. Ella apenas hacía ruido porque a la vez se estaba lamiendo sus propios pezones con muchas ansias. Sin darme cuenta ya estaban en la postura del misionero y bombeando de forma enérgica. A momentos creía que me iban a desmontar la cama. Yo estaba entusiasmado con la escena que estaba viviendo. Ni en mis mejores fantasias imaginaba una pareja conocida teniendo sexo duro en mi propia cama. Era todo puro fetiche.

Con el crujir de la cama se escuchaba los gemidos suyos y la voz de ella pidiéndole más y más sexo a su pareja. Al rato, cambiaron de postura y ella se puso a 4 patas para comerle la polla a él. Yo a esas alturas, también tenía la polla en erección y me estaba tocando suavemente. Imposible contenerse.

Ella, entre chupada de polla y chupada de polla, me dijo que si quería que me apuntase, que estaban muy calientes y así follábamos a tres. Por más que tuviera mi polla dura en la mano, me veía incapaz de seguir su ritmo. Además de que me sentía intimidado por el tamaño del miembro de él. A partes iguales de deseaba sentirlo en mi interior y continuar con mi fetiche voyeur.

Tras este pequeño diálogo yo volví a mi segundo plano, pero esta vez sentado más cerca de la acción. Ellos volvieron a lo suyo. En esta ocasión me deleitaron con una follada a cuatro patas. No dejaron de invitarme a que participara, aunque solo fuera tocándolos, pero yo no lo hice. Yo disfrutaba más escuchando ese ruido tan peculiar del sexo duro, del choque de cuerpo contra cuerpo, y por su puesto con los gemidos de ambos y sus respiraciones en la penumbra de mi dormitorio.

Sin parar de follar a su pareja, él me preguntó si quería ver una buena corrida. Yo le dije que si, que me encantaría ver como se corre. Él me contestó: “Pues mira, mira lo que es una buena corrida.” Mi sorpresa fue cuando empecé a escuchar a ella decir que se corría, la corrida no era de él sino de ella. Ella se dejó caer sobre la cama, tumbada bocabajo, su novio también se abalanzó encima suya. Él empezó como a rugir y a dar tremendas embestidas, tanto que conseguía que la cama diera golpe contra la pared. Ella empezó a sollozar y gritar a la vez que mordía la almohada para no hacer tanto ruido y asustar a los vecinos.

Esos segundos creo que para los tres se hicieron muy intensos en placer y se pasaron lentamente.

Cuando se pasó un poco la tensión del momento, él le sacó la polla y terminó masturbándose para soltar todo su semen caliente sobre la espalda y el culo de ella.

En ese momento yo hubiera saltado para lamer toda esa leche caliente del cuerpo de ella, pero no lo hice. Ella agotada aún por sus orgasmos y corrida, estuvo un rato tumbada en la cama. Él, mientras aprovecho para limpiarse la polla y andar desnudo con la polla aun medio dura por mi casa. Cuando ella se repuso, empezó a vestirse de nuevo y de mientras me pidió perdón por la corrida. Yo no sabía a qué se refería, y le dije que me había encantado.

Una vez las despedidas y ya solo en mi casa, me volví al cuarto y encendí la luz. Entonces comprendí por qué me pedía disculpas. Ella se había corrido y me había empapado la cama. Estaba toda mojada, incluso el colchón. Al principio me dio un poco de grima, pero enseguida mi mente cambió el chip. Mi cama estaba llena de fluidos de mi amiga y mi amigo. Del sexo que yo he visto como tenían. Así que me relajé y disfruté del aroma que han dejado impregnado en mi cama.

 

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