La mejor amiga de mi hija es puta

Hoy voy confesar un pequeño vicio que tengo y una casualidad muy morbosa. El vicio es que desde hace mucho tiempo soy un putero. Me encanta follar con jovencitas pero debido a mi edad (y físico) la única forma es pagando.

Soy un hombre de negocios, precisamente por estos descubrí el mundo de la prostitución. En una de las reuniones para cerrar un trato, aparecieron por allí varias chicas dispuestas a “facilitar” el trabajo. Ya sabéis como es eso de firmar contratos y tal. Desde ese momento fui cogiéndole el gustillo al tema. Habitualmente buscaba chicas dispuestas a follar por dinero que sean de mi ciudad. Sin embargo, desde hace aproximadamente 3 meses, le soy fiel a una misma chica, la mejor amiga de mi hija.

Todo comenzó un día que busqué a una chica de mi ciudad para pasar el rato. Sin saber que era la mejor amiga mi hija, quedé con ella en un hotel de la ciudad. Cuando llegué a la habitación ella estaba ya dentro. Toqué la puerta y ella abrió la puerta vestida solo con el albornoz del hotel entre abierto. Ese momento fue de lo más violentos que he vivido, era la mejor amiga hija. Era la puta, ella dice scort. Para ella tuvo que ser algo similar descubrir que el padre de su mejor amiga es putero.

Después de la clásica pregunta absurda de: ¿Tú qué haces aquí? Entramos en la habitación y nos sentamos en la cama. Yo la miré y tengo que admitir que verla medio desnuda me dio mucho morbo sabiendo que era la mejor amiga de mi hija, porque realmente tiene un cuerpazo. Le pregunté si para ella era un problema y me respondió que ya se ha follado a hombres mayores como yo. Ante eso, mi polla dura respondió por mi.

Nos tumbamos sobre la cama tal como estábamos sentados. Comencé a agarrarle los pechos y a chuparle los pezones hasta tener toda una teta suya en mi boca. Con la otra mano no dejaba de tocarle la otra. Mientras, ella se dedicaba a hacerme una paja con sus delicadas manos. Yo tenía la polla muy dura y los huevos muy cargados. La amiga de mi hija como experta folladora me dijo que se la metiera ya o no sería capaz de aguantar hasta el final.

Ella se recolocó en la cama y se abrió de piernas. Yo solo tuve que ponerme frente a ella y meter la punta de mi polla en su coño. Ella comenzó a moverse en la cama para follarme y lo hacia realmente bien. Luego me puso sus piernas en mis hombros y me dijo que le diera lo más fuerte que pudiera. Yo notaba como le entraba entera la polla, incluso como hacían tope mis huevos al chocar contra su culo. Entre esa sensación y sus gemidos, me puse muy muy caliente. Le intentaba follar más duro y más rápido. El ruido de chocar nuestros cuerpos se entremezclaba con sus gemidos y suspiros. No sé si reales o fingidos. Sin duda tenía experiencia pese a su juventud.

Comencé a notar más y más humedad en mi polla y ella a decir que le llegaba el orgasmo, noté como contraía su coño por el placer. Sin pensarlo le saqué la polla y le metí la lengua haciendo que se revolviera de placer y terminando corriéndose en mi boca. Pero yo no iba a parar ahí y seguí chupándole el coño mientras le pasaba la lengua por el clítoris. Le metí un dedo y le estimulaba el punto G. Ella no dejó ni un momento de gritar y moverse, incluso tuvo varios orgasmos más.

Yo ya estaba con la polla apunto de reventar por retener la corrida. Así que le dije que se pusiera en la postura del perrito y sin ponerme condón, la agarré de los muslos y se los abrí bien para poder meterle la polla bien honda por el coño del primer golpe.

Luego la agarré de las tetas y la follé sin piedad, por cada enviste que le daba, ella soltaba un grito de placer. No aguantó más de 5 o 6 hasta que terminó teniendo que apoyar la cabeza en la cama y entregándome su coño en todo su esplendor. Yo ya estaba cerca de correrme y la polla se me estaba hinchando más, y ella por supuesto que notaba que se acercaba el momento y me pedía que terminará. Cuando me vino el orgasmo la agarré bien fuerte y le metí la polla al máximo para dejarle todo mi semen bien dentro.

En cuanto ella notó el semen en su interior intentó recriminarme el porque no me había puesto condón, pero estaba tan reventada que simplemente se quedó tumbada en la cama y dejó que mi leche caliente fuera saliendo lentamente y escurriendo por su preciso cuerpo. Ahí comenzó ese punto de amor-odio. Desde ese día ya no me voy más de putas, solo follo con ella. Ella sigue ganándose un dinerillo y a mi me cobra un poco menos por la confianza. De esta forma, los dos salimos ganando.

 

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