La pareja de mi madre.

Hola, soy una adolescente, bueno, veinteañera. Desde que se separaron mis padres yo he vivido en casa de mi madre. Hace unos meses, mi madre ha conocido a otro hombre. Un hombre de su edad que está más cuidado que mi padre. De estos que usan cremas y hacen mucho deporte. El caso es que está muy bien. Y desde que le he visto por casa medio desnudo está aún mejor.

De hecho, hace un rato he conseguido que sucumba a mis encantos. Por diversos motivos que no vienen al caso, nos hemos quedado él y yo solos en casa. Yo he cogido y me he puesto el albornoz sin nada de debajo, desnuda. He ido en su busca, y en el salón me he plantado delante de él, me he quitado el albornoz dejándolo caer y me he quedado completamente desnuda delante suya.

Mostrándole todo mi cuerpo sin guardarme secretos. Mis pechos pequeños y blancos al aire. Al igual que mi vagina, toda perfectamente depilada y cerradita. Su primera reacción ha sido asustarse y evitar mirarme. Pero claramente esta situación le estaba poniendo cachondo.

A la vez que hacía esto le he dicho: “¿Quieres entrar de verdad en la familia?, pues primero tienes que pasar por mi”. Él solo ha sabido ponerse alterado y gritarme: “¡Pero tapaté, qué estás haciendo! ¿Te has vuelto loca? Si podría ser tu padre.” Como no atendía a razones, me he dado la vuelta y le he enseñado mi culo con las marcas del bikini a la vez que movía mis caderas. Mientras le he comentado: “¿Quieres azotarlo como castigo por ser una chica mala?

Él no era capaz de explicarse nada. Pasado un rato de discusión por parte suya y provocación por la mía, se ha calmado el tema. Ya no tenía reparos en mirarme aun estando desnuda. En esa situación, le he dicho: “Ves como no pasa nada porque yo esté desnuda contigo”. Él ha asentido pero sin estar del todo conforme. Ahí ha sido cuando le he dicho, “pues follemos, ¿o no te apetece sexo con una chica jovencita como yo? Llena de vitalidad” Él seguía en sus trece de que no quería, así que le he tenido que chantajear un poco.

Con esto me lo he llevado hasta el sofá y me he sentado de rodillas encima de él. Le he dado mis pechos a probar. Ha comenzado dándome algún que otro lengüetazo tímido. Lugo ha pasado a colocar sus manos sobre mis pechos. Yo se las he sujetado con las mías y le he hecho que las apretara. Ahí le he comentado entre susurros: “Mejor disfrutarlas de verdad en secreto a que todo el mundo lo comente siendo falso, ¿verdad?”.

Estando en esa postura, enseguida noté como su bragueta rozaba mi vagina y algo pedía libertad. Moví mis caderas un poco y no tardé en apartarme para que saliera su pene erecto. Se quiso poner un condón pero le he engañaddo diciendo que tomaba pastillas. Como él ya estaba preparado y yo tenía un calentón considerable, fuí directa. Sujete su polla con mi mano, ahueque mis piernas y me la fuí introduciendo. Yo veía en su cara la intensidad de notar sin ningún tipo de barrera como iba abriendo mi interior. Seguramente también estaba recordando como es una vagina joven y casi sin uso.

Cuando llegué hasta abajo me puse a mover mis caderas como perreando, de un lado a otro con golpecito al final. Más tarde lo hacía de adelante hacia atrás. Después le he hecho el helicóptero y me he puesto de espaldas a él para darle sentones sobre su polla. Yo pensaba que él iba a durar menos, pero tenía aguante con la polla dura. Así que me he tenido que emplear a fondo, saltando como una loca sobre él a la vez que se me escapaban gemidos de placer.

Al final me he dejado caer sobre él y me he tumbado sobre su cuerpo. Él me ha agarrado por los pechos y ha comenzado a moverse debajo mia. Se nota su edad y la experiencia que tiene en el sexo. Su polla dentro de mi vagina parecía tener vida propia. Me ha recorrido entera por dentro. Mientras tanto, de vez en cuando me susurraba: “Córrete así”, “mejora la marca de tu madre”, “demuestra que eres tan golfa como dices”. Ha sido todo un cúmulo de sensaciones. Su voz susurrada en mis oídos, sus manos palpándome los pechos, su polla llegando a lugares insospechados de mi vagina… Me temblaban las piernas y se me abrían los poros con escalofríos de placer.

Ha habido un momento que me he quedado sin lubricante, instantes antes de que él me dijera que doblara las piernas. Me he puesto en posición fetal sobre él. Me ha abrazado con sus brazos y he notado como se le ha hinchado la polla dentro de mi coño. Apenas unos segundos, ha aparecido su eyaculación. En los labios de la vagina he notado las contracciones de su cuerpo para expulsar todo su semen. Por dentro de mí ha sido muy extraño, por primera vez he notado como el semen caliente recorría mi cuerpo. Como si me subiera hasta la garganta. Me ha rellenado completamente. En todos los sentidos.

Cuando él ha terminado, me ha inclinado y me ha dejado caer en el sofá. El momento en el que ha salido su polla, por extraño que parezca, ha sido un alivio realmente. Mientras se arreglaba un poco y se iba alejando de mí, sin mirarme me ha dicho: “Anda visteté, y buscaté alguien que te enseñe a follar de verdad”.

 

**Si te ha gustado este relato sobre la pareja de mi madre y quieres uno similar, recueda que también se pueden escribir personalizados y exclusivos para ti. (ver info)