Noche de chicas

Esta historia sobre una noche de chicas comenzó unas horas antes de los acontecimientos aquí narrados. Tanto Susana, Ana, María y Paloma se conocen desde hace tiempo y suelen hacer fiestas en casa cuando no les apetece salir.

En este caso la noche de chicas ya llevaba varias horas en marcha, se podría decir que estaba comenzando esa etapa en la que decae la fiesta. Restos de los envases de comida a domicilio por la mesa, varios vasos con restos de lo que parece refresco, alguna botella de alcohol vacía, otras aun por vaciar, ceniceros humeantes y música trap sonando de fondo con una televisión encendida sin sonido.

Mientras están todas tumbadas por los sofás del salón, con conversaciones de silencios prolongados y temas random, Susana después de una calada, le pasa el porro a Ana y con humo en la boca dice:

–  Toma, me voy a hacer un dedo.
–  ¿Qué? -Responde distraída Ana
–  Naa.. (dice casi de forma inteligible)

Susana se ahueca la cintura del pantalón y el tanga con una mano y la otra se oculta bajo su ropa. María y Paloma están ajenas a lo que está ocurriendo. Ana la observa con la mirada perdida y no comprende nada. Susana se acaricia el pubis y las ingles mientras deja caer su cabeza contra el respaldo del sofá. De forma lenta, Ana comienza a comprender lo que ocurre. Le da una última calada al porro para matarlo y deja la pequeña colilla humeante en el cenicero. Al volver a colocarse en el sofá, se sienta de costado. De forma imprevista agarra el escote del top de tirantes de Susana y tira de él hacia abajo arrastrando la copa del sujetador para después chuparla el pecho. Susana sin sobresaltarse la mira y pregunta:

–  ¿Y esto?
–  No sé… Me ha apetecido… Lo tienes muy bueno… ¿No quieres que siga? -Responde Ana mientras lame y besa el pecho de Susana.
–  Puedes seguir todo lo que tú quieras, estoy calentorra y todo me viene bien.
–  ¡Qué loca! Me estoy comiendo mis primeras tetas. jajajjaaja
–  Pues si quieres volverte bollera del todo, comemé el coño
–  ¡Qué dices! Yo soy de comerme pollas.
–  ¡Pues así pruebas el comer coños! ¡Venga va! Que estoy muy perra y necesito una comida de coño… vaaa
–  ¿En serio?! ¡¿Pero qué dices?! Tú estás loca… como mucho te hago un dedo…
–  (Con tono desafiante a la vez que se baja a los tobillos el legging y el tanga) ¡No eres capaz!

Susana se recoloca en el sofá subiéndose por completo y tumbándose apoyando su cabeza en el reposabrazos. Tumbada boca arriba, los pies apuntando al cielo y con las piernas en alto y rodillas hacia fuera sujetándoselas con las manos. Ana la mira con nervios primerizos. Está sentada de lado también en el sofá con una pierna colgando hacia abajo y la otra flexionada sentada encima. Dubitativa, hace continuos intentos de tocarle los labios vaginales a Susana. Que tiene los tiene carnosos y ligeramente humedecidos del rato que se ha estado masturbando sola.

–  ¡Me quieres meter ya el dedo! – Protesta Susana
–  ¡Voy voy voy!… Que es mi primera vez… ¿vale? -replica Ana
–  Es un coño, igual que el tuyo.
–  Ya… pero uff… no sé… estoy nerviosa… me tiembla todo… Voy

En esas dudas, Ana introduce dos dedos a Susana en su vagina.

–  ¡AAaahh!!… ufff… ¿Me has metido dos dedos hasta el fondo?
–  Si, ¿es lo que querías, no?
– (con respiración agitada) Si, si, es lo que quería pero no esperaba que fuera así de golpe.
–  ¿Los saco?
–  Nooo… ya follamee… uuff

Ana con cierto grado de incertidumbre y prestando atención a la entrepierna de Susana, comienza a penetrarla con sus dedos. Los mueve de dentro a fuera y de afuera a dentro. Lo hace con cierto ritmo hasta el punto de que Susana comienza a gemir y pedir más. Paloma adormilada simplemente se recoloca en el sofá cercano dándose la media vuelta sin llegar a abrir los ojos y seguir durmiendo. En cambio, María que no se había dado cuenta de lo que pasaba, las mira y se acerca a ellas.

– ¡Uy! ¿Qué está pasando aquí? ¡Anda que avisais Guarras!

Susana la mira y entre gemidos y muecas de placer esboza una media sonrisa y se retuerce en el sofá. Ana por su parte, no la mira pero la contesta que está ocupada. A ambas les ha dado tiempo a cambiar de posición. Susana ha sacado uno de los pies de los leggings que se le han quedado enganchados revoloteados en el otro pie. Mientras que Ana, con los brazos fatigados, se ha puesto a 4 patas sobre la mitad del cuerpo de Susana, teniendo su cabeza a la altura de los pechos. Así, Susana abraza con sus piernas las caderas de Ana. Y de vez en cuando, mientras sigue recibiendo placer de las manos de Ana, ella mueve sus caderas en busca de más intensidad.

María muy sorprendida, contempla la situación. Sin dudarlo dos veces, sube un pie al sofá, aparta el tanga a un lado y acerca su coño a la cara de Susana. Prácticamente la obliga a hacerla un cunnilingus porque la sujeta del pelo y la refriega el coño por la cara. (No es la primera vez que se dan placer mutuamente en una noche de chicas) Susana echa sus manos al culo de María y lo agarra con fuerza. María se anima y la deja libertad para que la coma el coño a la vez que ella misma se manosea las tetas. Poco tarda Susana en empezar a darle cachetes en el culo. A lo que María responde ordenándole a Ana que la de más caña, toda la que pueda, que se está corriendo.

Ana siguió con sus dedos dando placer a Susana y se abalanzó sobre los pechos de ella para mordisquearlos y tirar con sus dientes de los pezones. Susana comenzó gemir y gritar de placer pese a tener el coño de María en la boca. Su cuerpo alternaba momentos de rigidez extrema con convulsiones. Un intenso placer estaba atravesando su cuerpo. Igual que entró en tensión, le llegó la calma y el relax a su cuerpo. María y Ana la dejaron descansar en el sofá.

A las pocas horas, ya habiendo amanecido, Paloma fue la primera en despertar y contemplar el panorama pos noche de chicas. El salón era todo un gran desastre con restos de comida, bebidas y muchas colillas por todos sitios. todo descolocado. La tele seguía encendida sin sonido en lo que parecía la teletienda, el portátil en suspensión en un lateral. Susana desnuda de cintura para abajo tirada en el sofá profundamente dormida. Una hilera de ropa apuntaba hacía uno de los dormitorios con Ana y María completamente desnudas, las dos tiradas en una cama deshecha. Sin duda había sido escenario de una sesión de sexo desenfrenado de la cual aún quedaba el aroma en el ambiente y manchas de humedad en el colchón.

 

 

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