Sexo en el agua

Puede parecer que es una fantasía o actividad que no la tiene muchas personas cuando se suele comentar en grupos. En cambio, cuando se habla más en la intimidad o se juega con las propuestas que a veces os hacemos por redes sociales, resulta que es algo más usual.

En cualquiera de los casos, os vamos a explicar tanto las partes buenas y morbosas que tiene, como los puntos malos y no tan románticos.

Para comenzar debemos definir qué es “sexo” y qué es “en el agua”. Parece muy obvio pero la sexualidad es tan amplia que sexo en el agua queda como una expresión ambigua.

Cuando hablamos de sexo, si partimos de una opción básica solemos caer en el concepto de penetración. Incluso me atrevería a decir que vaginal en un contexto heterosexual. Sin embargo, por el concepto sexo desde las experiencias de Toulouse partimos de no definir una orientación concreta ni a una práctica concreta como puede ser la penetración.

Sexo puede ser una masturbación, también penetración, incluso juego oral. Un vez tenemos esto más o menos claro, continuamos con la ambigüedad que genera la expresión en el agua. ¿Qué tipo de agua? ¿Mar? ¿ríos o lagos? ¿Piscinas? ¿Un jacuzzi o una bañera? Todo es agua pero no son el mismo tipo de agua.

Empecemos por la parte algo menos agradable.

Una paradoja algo tonta, dentro del agua hay menos lubricación. Esto significa que para tema de pentraciones es mala idea y en el caso de masturbaciones, habrá que ir con cierta precaución. Esto significa que no estaría mal tener algún lubricante comercial a mano para estos momentos. En este caso es importante que no sea en base a agua. Mejor los de base en silicona y similares. Así no se diluyen y cumplen con la función que tienen que cumplir. Esto implica un pequeño problema derivado, posibles incompatibilidades con condones en el caso de que se usen. Comprobar antes que el lubricante es compatible.

El tema de los condones se extiende más allá del lubricante. Como hemos dicho no es lo mismo un agua que otra. Principalmente una piscina o alguna similar que incluya un tratamiento químico, puede ser “incompatible” con los condones. Lo ideal es conocer los distintos químicos del agua y el material del condón y ver que ocurre en una tabla de resistencias químicas. Toulouse ha encontrado esta que no es exactamente de condones, pero agrupa de forma muy visual las compatibilidades e incompatibilidades de los principales agentes químicos y sus resistencias con materiales de los que suelen estar hechos los condones. (ver tabla en PDF) Como es complejo, ya os decimos que usando de base dicha tabla, mejor recurrir a condones que no sean de látex natural. Un nitrilo sería quizás la mejor opción. (Info sobre condones)

Seguimos encadenando conceptos, si hablamos de aguas naturales (mar, ríos, lagos, etc.) pensad que es el hábitat natural de bacterias y microorganismos. Tener sexo en este tipo de agua es exponer partes sensibles de nuestro cuerpo y ciertas mucosas a estos patógenos. Esto significa que estamos aumentando la posibilidad de poder contraer algún tipo de infección. En aguas tratadas como piscinas, es posible que no haya patógenos, pero la química que se aplica si que puede generar irritaciones. Todas las personas hemos tenido algún día de piscina que se terminaba con algo de picor y sequedad en la piel por la exposición prolongada a algunos de estos compuestos.

El sexo en el agua, lleva aparejado que en algún momento pueda haber ojos discretos mirando. No solo físicos, también digitales. En espacios naturales, personas que puedan estar en la lejanía grabando, y en espacios más cerrados como piscinas algo tan tonto como una cámara de seguridad. Y estas imágenes terminar en algún portal de contenidos para adultos o hacerse viral por redes. Por ir a un ejemplo sencillo e inocente. Esto implica otro tipo de peligro. A todas las personas nos gusta el placer, por el contrario, a la ley no tanto. Puede ser que tener relaciones sexuales en según que espacios, si os pillan, además implique enfrentarse a algún tipo de sanción o multa.

La naturaleza, más bien las normas de la física, tampoco juegan muy a favor del placer. Dependiendo de cuanta agua haya a nuestro alrededor y de que tipo sea, puede ser algo más complejo hacer determinadas cosas. No es lo mismo hacer pie que no hacerlo, o si son “aguas abiertas” en las que puede haber corrientes. Todo esto sumado a que dentro del agua somos algo más torpes en los movimientos y no tenemos la fuerza que fuera del agua... hacer algunas posturas no es recomendable. Lo mismo que una masturbación se torna algo más técnico y complejo.

Pero no todo es malo, una vez conocemos la parte menos “bonita” podemos salvarla y entrar directamente en lo morboso y excitante.

Tener sexo en el agua tiene el morbo de ser un lugar no habitual, también como se ha dicho, puede tener algunos riesgos que a su vez se transformen en excitación. El hecho de poder ser vistos o pillados.

Ser algo prohibido también le da un punto. Vuelvo a repetir que tener sexo en el agua no es solo penetración, una masturbación sirve para disparar el placer mezclado con el morbo. Jugarlo con la parte de ser discretos o discretas. Frotarse con otra persona o disimular apartando algún bañador.

El sexo en el agua es una idea romantizada que se nos ha creado por el cine y las narrativas de experiencias de gente que ya lo ha hecho y obvia lo malo. También porque el ser humano tenemos esa tendencia a que si alguien ha hecho algo que nos resulta atractivo o o excitante, queremos hacerlo o vivirlo también. El morbo está en mil cosas distintas y el placer no solo se experimenta por la parte sexual estrictamente.

Por ejemplo unas vistas increíbles de la naturaleza. La sensación del tacto del agua en el cuerpo mientras se está a otros temas. En fin, existen mil motivos para querer tener sexo en el agua que es probable que sean más fuertes que el pequeño listado de contratiempos que os he mencionado.

¿Nos damos un baño?