Sexo no consentido en el ascensor

Estoy llegando a casa después de ir a buscar unas cosas, y como siempre me espero a que llegue el ascensor. Pero hoy venía con sorpresa. Llega el ascensor, suena “tin” de llegada, se abre la puerta y me encuentro a la vecina terminando de cambiarse de ropa. De ir vestida de inocente y virginal a ir de muy golfa.

Me quedo mirando sorprendido, y ella me suelta un: “¡Qué pasa! ¿Nunca has visto una tía medio desnuda?” a lo que le respondo: “Sin que me la haya follado no.” Entonces ella me respondió, “pues jodete.” Mientras me enseña su coño de ingles brasileñas.

Ante tanta provocación no me puedo resistir a la excitación del sexo no consentido. En ese justo instante, me meto en el ascensor y la acorralo dentro. Pulso botones del ascensor para que se cierren las puertas. Una vez así, le doy al botón de parada del ascensor. Suerte que todavía es de los antiguos que los puedes parar sin problemas. Con este inconveniente solucionado, ya me pongo al cien por cien con la vecina golfa. Me abalanzo sobre ella cogiendo sus brazos y sujetándolos contra la pared.

Voy intentando chuparle el cuello, ella se resiste y no quiere. De un movimiento brusco le doy la vuelta y la pongo contra la pared. Me acerco a su cuerpo para restregarme. Ella en su afán de salir de ahí también se refriega conmigo. Nota como mi polla se va poniendo dura y erecta por su culo y entrepierna. Mientras me restriego, me voy soltando el pantalón y el calzoncillo para que note mejor mi caliente polla. Así quito una mano de las suyas y la voy bajando lentamente recorriendo su brazo izquierdo. Su pecho, y voy bajando por su vientre hasta que mi mano se desliza entre su delicada piel y sus bragas.

De repente noto como ella mueve una pierna, se da la vuelta y me dice: “¡Joder, apártate o méteme la polla ya!”  A la vez ella se aparta las bragas con la mano y se abre de piernas. Paso uno de mis brazos por debajo de la pierna que ha levantado dejando que mi mano quede en su culo. El cual está blandito. Lo palpo bien. Me coloco la polla por su entrepierna y sigo restregándola por fuera de su coño, donde ella nota el calor de mi polla y yo noto la humedad de su coño deseoso de una buena penetración. Está claro que tiene la fantasía de tener «sexo no consentido».

Por fin decido meterle la polla, pero solo la punta. Aun así ella grita por la penetración pero rápidamente su grito de impotencia por ser penetrada se va transformando en un grito de placer que no tarda en pedir que la folle bien y se la meta entera. Yo sigo metiéndole la puntita primero lento y luego muy rápido. Se la saco entera y se la restriego por fuera y vuelvo a meterle la punta. Se la vuelvo a sacar para esta vez metérsela ya hasta el fondo en una buena clavada que me ayudo de la mano que tengo en su culo agarrándoselo. Hago fuerza para que mi polla le pueda entrar bien profunda.

Ya estamos los dos excitados, no hacemos otra cosa que movernos. Le voy metiendo y sacando la polla a la vez que vamos golpeándonos con todas las paredes del ascensor. También le voy dando azotes en su culo, a ella no le excita pero en esos momentos de pasión no se pueden evitar. Sumando el morbo de poder ver a través del espejo como le queda rojo su joven pero carnoso culo.

Tras probar todas las paredes del ascensor, ella ya está mucho más relajada e incluso toma la iniciativa de pedirme que la deje cabalgarme. Yo por supuesto que la dejo a cambio de que lo haga salvajemente. Ella me dice que no me preocupe que es muy viciosa y le encanta esa postura.

Comienza a mover sus caderas y a cabalgar, si que lo hace muy salvaje, se mete y se saca mi polla entera. A ratos rápido y luego más lento, también juega con mi polla moviendo su vagina por dentro y de vez en cuando dejándose caer de golpe sobre mi pelvis. Haciendo que mi polla le entre a golpes. Ahora parece que es ella la que busca el sexo no consentido y me usa como un mero objeto sexual.

Después de tanto follar ya no podemos más y nos damos los dos por vencidos. Nos volvemos a vestir y los dos volvemos a nuestra rutina como si no hubiera pasado nada, ahora compartimos un secreto. Eso si, seguimos siendo 2 desconocidos que viven en el mismo edificio.

 

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