El sexo no es solo penetración

Si hablamos de sexo enseguida nos vamos todos a la penetración, al coito en sí. Sin embargo el sexo es mucho más que eso. La sexualidad es tremendamente amplia.

Cuando se dice la palabra sexo, lo primero que viene a la cabeza es la penetración vaginal en el formato heterosexual. Lo que se ha “defendido” siempre como natural, biológico y lo que se entiende por tradición. Pero el sexo es mucho más que eso, incluso sin tener que salirnos de la rama heterosexual.

Por todo este blog tienes multitud de ejemplos de todo lo que se considera sexo sin necesidad de que tenga que haber penetración. El mejor ejemplo es la práctica conocida como petting. (ver más info). La masturbación y el frote de un cuerpo con otro para obtener placer también se denomina sexo. En muchas ocasiones es la única excepción y se da cuando se realiza en solitario. Aunque existen, el resto de actividades relacionadas con el placer sexual parecen que son de una categoría inferior. Debemos cambiar ese planteamiento.

Ahora comienza lo que suele ser un área más desconocida. El resto de la sexualidad. Todo eso que existe y provoca placer sin tener que llegar a la penetración. En primer lugar hay que dejar claro que sea tu caso o no, el sentimiento de amor puede o no estar ligado al sexo. Por este motivo, nos vamos a quedar solo con el placer, porque el placer es lo que hay detrás de la sexualidad. Los humanos somos de las pocas especies animales que experimentamos placer en las relaciones sexuales y las tenemos con fines no estríctamente reproductivos.

Es una definición extraña, pero este concepto expresado en una única palabra es morbo. En esta otra entrada ya hablamos de morbo (ver más info). Pero aquí vamos a indagar por las otras opciones que producen placer sin recurrir a lo básico.

En las experiencias de Toulouse no nos cansamos de decir que el órgano sexual más grande y potente es el cerebro, y su correcta estimulación es la que produce el placer. Por ello vamos a descartar todo lo que tenga que ver con las zonas genitales.

Unas caricias o cosquillas en los antebrazos sin ningún matiz sexual pueden hacer erizar la piel y provocar placer. Ver a otra persona sin estar desnuda pero con pose sexual también puede hacer despertar tus instintos y querer disfrutar juntos. A veces, compartir un hobby o una conversación con otra persona te deja con una agradable sensación de alegría y placer. Sin hablar de temas sexuales. Esto es porque el placer es más química que física.

Os ahorro la clase de bioquímica. Cuando sale bien un encuentro sexual no se debe tanto a como ha sido, sino al grado de conexión que ha habido entre las personas que han compartido esa situación. Es cuando se dice que ha habido química, habéis conectado, etc… En realidad ha habido una serie de procesos químicos en tu cerebro y cuerpo, que han hecho que esa persona en ese momento fuera “la elegida”. Se ha ido llenando el vaso poco a poco hasta que ha derramado.

¿Cuántas veces te ha ocurrido de proponerte sexo una persona con la que ya has tenido relaciones sexuales antes y no te ha apetecido? No es que no te apeteciera, ha sido que no estaba esa química preparada. Las relaciones sexuales son mucho más complejas de lo que parece. Intervienen gran cantidad de variables. Cuando todos los factores están en su momento óptimo es cuando se produce la chispa, y aunque no sea penetración, cualquier otro tipo de acción que estimule tu cerebro y ese proceso químico, te dará placer.

Caricias, tocamientos, besos, roces, miradas cómplices, comentarios. En un momento dado, todo eso puede formar parte del sexo. Imagina un vaso, todas estas cosas y las anteriores, lo van llenando poco a poco. Justamente la gota que colma el vaso es la relación sexual. Todo lo que hay dentro del vaso a contribuido a que eso ocurra. Todo lo que contiene el vaso es lo que llamamos sexo, no solo la última gota.

 ¿Jugamos con la imaginación?