Un día de experiencia cruising

Esta historia ocurre hace unos días en la vida de Rubén. Ese día, Rubén, uno de los protagonistas de esta historia decide vivir la experiencia cruising en los baños de un conocido centro comercial. Esta decisión la toma porque está un poco cansado y saturado de encontrarse siempre a las mismas personas con distintos perfiles en la app Bender.

Ya en el centro comercial, Rubén se queda un rato remoloneando por las inmediaciones de los baños. Así puede ver el trasiego de personas que hay en el pasillo y otros hombres que buscan lo mismo que él. En esas, un chico jovencillo se cruza ante él y se le queda mirando a los ojos. Este chico va de camino al baño, Rubén lo sigue con la vista  según va caminando hacia dentro. El joven se baja de forma discreta los pantalones. Solamente unos centímetros para no llamar mucho la atención, lo justo para enseñar la parte alta de los glúteos. Lo que se conoce como hucha. Esto no es otra cosa que una señal inequívoca de que quiere tema y de que está mostrando el principio del producto.

Para Rubén no pasa desapercibido el gesto, además es un chico joven. Disimuládamente lo sigue y entra a los aseos. Allí está en el lavabo jugando con el agua haciendo tiempo para comprobar si alguno le ha seguido para cruising. Rubén se coloca al lado y también se lavaba las manos a la vez que le observa por el espejo. Se intercambian miradas y todo está hablado. No es la primera experiencia cruising de ninguno. Ambos saben como funciona. Esperan unos segundos a que se vaya otra persona que está por allí y en cuanto se quedan solos ambos se encierran en uno de los baños.

Apenas se dicen los nombres y cruzan dos palabras para saber edades y roles. En el intercambio de esas palabras,  ya están con los pantalones y boxers por las rodillas. Ambos encajan perfectamente. Alberto con 19 años disfruta siendo pasivo y Rubén con 36 encantado de hacer de activo con un joven.

Alberto se coloca contra una de las paredes laterales sacando un poco de culo para que Rubén pueda ver y se le lance a catarlo. Rubén toma un poco de distancia y mira el culo de Alberto. Un culo pequeño, bastante plano con nalgas separadas. Con un tono de piel blanco, sin rastro de pelos y eso sí, ligeramente abierto. Más que abierto, se podría decir que cerrado pero sin estar apretado, holgado.

Rubén le acaricia las nalgas con una de las manos. Con los dedos apuntando al suelo, le coloca la mano en el muslo y va subiendo. Roza la piel de Alberto con las llemas de sus dedos. Con cierto nerviosismo, Alberto le pide que le de polla, que no están para perder el tiempo con tonterías.

Rubén se acerca a su espalda y con su polla a media erección comienza a frotarse por la espalda y culo de Alberto. Este se apoya en la pared y comienza a mover la cadera de un lado a otro con cierto ritmo y a pedir que se la meta. Claramente tiene experiencia en esto del cruising. Quiere ir directo al grando, al placer.

Rubén le contesta que se calle. Se agacha y busca con las manos la polla de Alberto. Está en erección, con cierta resistencia tira de ella hacia atrás para intentar que asome entre las nalgas de Alberto. Mete la cabeza y le chupa la punta unos instantes.  Alberto se relaja y Rubén aprovecha para darle un lametazo por el ano ya con cierto tono rosado y caliente.

Sin más preámbulos, coloca su polla dura entre las nalgas de Alberto, no está con una erección completa pero sí con la suficiente vigorosidad como para poder abrir paso por el culo. Con el condón apenas desenrollado más allá del glande, va empujando la polla dentro de Alberto. Con una mano se sujeta la polla para que entre bien por el agujero a la vez que va haciendo de pequeño tope para ir desenrollando el condón a cada centímetro que entra.

Alberto aprieta los dientes y resopla, Rubén le dice que aguante, que si tenía tanta prisa que aguante y relaje el culo. Poco a poco logra desenrollar el condón por completo. En el momento que se suelta su propia polla busca la de Alberto abrazándole a la altura de la cintura. Sabe que lo está pasando mal y su objetivo es pajearle. Cuando Alberto descubre sus intenciones, le dice que no, que lo deje, que le de unos minutos para que se le haga el culo a esa polla. Entonces Rubén le susurra al odio: “Entonces espera que la clave bien

Alberto se queda muy descolocado y con cara de sufrimiento y sorpresa. Rubén, flexiona las rodillas, se deja caer un poco hacia atrás, y con un poco de energía se impulsa hacia adelante y hacia arriba. Alberto pone una gran mueca de dolor y abre la boca como si quisiera gritar pero sin que salga ningún sonido de su interior. Rubén lo empuja contra la pared y lo sostiene con su cuerpo. Ahora mismo Alberto apenas está de puntillas, no puede ponerse con los pies planos porque la polla de Rubén le impide bajar, parte del peso de su cuerpo está descansando sobre la polla de Rubén.

En esas, Alberto susurra entre soplidos: «Cómo me pone esto… Qué me usen.» Unos segundos más tarde, cerca de un minuto, Rubén cede y se retira para que llegue al suelo. Alberto está en otro mundo, nunca le han penetrado tan profundo de una vez y así. Se queda como sin fuerza en el cuerpo. Momento en los que Rubén, con una mano en la cabeza y otra en la espalda, le acompaña el movimiento de inclinarse y ponerse en pompa. Ahora empieza a bombear con efusividad.

Rubén pone las dos manos con los brazos estirados en la pared para amortiguar cada embestida. Está obnubilado aunque disfrutando del placer. Tanto que entre resoplidos sordos y los esfuerzos por permanecer en silencio para que no les escuchen, ni se da cuenta del momento de su corrida.

De repente se para Rubén de bombear y dice: “No aprietes cabrón, que estoy a punto.” hasta que escucha caer en el suelo el semen de Alberto. Poco después nota el resto de contracciones de la corrida. Entonces se relaja y simplemente disfruta. Pasado el momento de orgasmo de Alberto, Rubén le dice que se va a correr. En ese momento se da la vuelta y con cuidado de no pisar su propia corrida se pone de cuclillas con el culo aun abierto y con palpitaciones para cerrarse.

Quiere que Rubén le de su corrida en la cara. Rubén no se da cuenta porque apenas tiene tiempo. Además que mientras se pajea está con la cabeza en alto mirando al techo. El condón se va llena de leche en varios impulsos. Desde el suelo Alberto le comenta: «¿Tienes experiencia en cruising? Porque me has dejado con las ganas de leche» A lo que Rubén, sin saber que decir, se quita el condón. Hay un pequeño silencio incómodo y se rompe con Rubén, dándole el condón lleno de semen a Alberto. «Toma, todo para ti«.

Alberto, se pone de pie con un «Vaya» y disgustado coge el condón. Ambos se visten y salen por separado de allí como si no hubiera ocurrido nada. Así termina la experiencia de cruising del día.

 

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