Vacaciones en Gran Canaria (1ª parte)

Este relato es un poco más especial que los otros. Esta historia ha ocurrido durante nuestras vacaciones en Gran Canaria hace apenas unos días, semanas. Nos ha resultado tan excitante que sentíamos que había que compartirla cuanto antes con todos vosotros/as.  Si seguís la cuenta de Twitter de Toulouse (@exptoulouse), sabréis que durante el mes de Julio, hemos estado unos días de vacaciones en Gran Canaria, por la zona de Maspalomas. (Si nos seguís en las personales de Instagram, ya os imagináis lo que os vamos a contar).

Hemos estado en un hotel espectacular. Tipo villas con habitaciones amplias y cama king size, piscina enorme central con palmeritas, un montón de animaciones y todas esas movidas.

El encuentro que os voy a contar está claro que es algo que el universo tenía planificado para nosotros y era una experiencia que debíamos tener sí o sí. Es la única forma de justificar tantas coincidencias.

El primer día es todo nuevo y no te fijas, vas un poco pardillo mirando a todos sitios. Ahí coincidimos con unos guiris, (una pareja) que tenían la misma cara que nosotros. No sabíamos encontrar el salón para el buffet. Sonrisas empáticas, miradas cómplices de estar igual de perdidos y seguimos a nuestro rollo. Al día siguiente o al otro, ya cansados de no parar de estar de aquí para allá decidimos quedarnos para disfrutar al menos un día del relax de la piscina y la increíble calma que se respira allí. Que se pueda decir que estamos de vacaciones en Gran Canaria.

Casualmente, allí nos encontramos de nuevo con la pareja de guiris del buffet. Fue instantáneo el vernos y sonreirnos entre los 4. Dejaron las toallas y la chanclas por allí y se metieron con nosotros en el baño de burbujas. Una especie de jacuzzi pero un poco más cutre y tipo piscina como para unas 15 personas. Lo típico de los hoteles.

Inevitablemente, surgió ese momento de química que por la casualidad comienzas a hablar y mantener una conversación de ascensor. En este caso que si el calor, el sol, las burbujas. Con el acento característico que suelen tener estos guiris que intentan hablar español. Descubrimos que estuvieron de Erasmus por España. Concretamente en Salamanca y que ellos son alemanes, de Colonia. Para esto último tampoco hacía falta ser detectives. Beben cerveza, algo rubios y de piel clarita tornando a rosa salmón de tomar el sol. Además de ser relativamente altos y delgados. Muy buen cuerpo ambos. Él sin vello corporal y con una musculatura insinuante. Ella, con aspecto de monitora fitness. (Que es de lo que trabaja según nos comentó).

La siguiente coincidencia fue en un pub cercano del paseo marítimo. Nosotros estábamos allí disfrutando del ambiente nocturno de la isla y como no, ellos también.

Volvimos a hacer grupito. Volvimos a hablar y dejarnos llevar por la fiesta. Los alemanes se notaba que ya llevaban alguna ronda más que nosotros. Andaban más sueltos y “simpáticos” que en los anteriores encuentros. Intentaban hacernos bailar y se arrimaban más de lo normal.

Yo con ella (soy la chica) enseguida noté algo más. Y se lo dije a mi chico. Él decía que no, que era el alcohol. En cambio ella, actuaba como si fuéramos amigas de hace años. Fui al baño y me acompañó copa en mano. Es cierto que iba muy alegre y bailoteando mientras.

Entré a hacer pipí, y según salí, ella apoyó la copa en el lavabo y me comió la boca echándome contra la pared. En los primeros segundos, me quedé un poco desconcertada. No sabía que pasaba. Ella se apartó unos centímetros y me miró sorprendida

Yo reaccioné y fuí la que fue a por su boca. Metiendo lengua y jugando dentro. Ella hizo lo mismo. La sujeté por la cintura y seguí besándola con pasión mientras rodábamos por la pared del baño. Todo pura pasión y excitación hasta invertir nuestras posiciones. Yo por fuera y ella contra la pared. Hubo otros segundos de pausa, de miradas muy intensas a los ojos de las dos. Cogí su copa del lavabo, le di un trago y me metí con ella de nuevo en el baño. Lo que tardé en apoyar la copa en la cisterna y pasar el pestillo fue lo que tardó ella en recogerse el vestido. Se lo convirtió en un top crop todo enrollado hacía arriba.

Me acarició la cara con su mano a la vez que me llevaba hasta su boca. La besé y la mordí el labio a la vez que coloqué mi pierna entre las suyas con mi mano en su pubis. En cuanto tiré con mis dientes de su labio, sentí el calor y humedad de la entrepierna en la yema de mis dedos.

Mis dedos se deslizaban entre sus labios y jugaban con el clítoris del mismo modo que su lengua lo hacía con la mía. Instantes después pasó uno de sus pies a encima de la taza del wáter. Se abría en mi mano un mundo de opciones para jugar. Aun era pronto para entrar ahí. Cambié su boca calenturienta por su cuello pálido y suave. Con ligeras gotas de sudor que le daban un toque salado al lamerlo. La vena traviesa que guardo en mi interior, me llevó a hacerle un pequeño muerdo. Un beso con succión que la tensó todo el cuerpo. Se puso de puntillas, apretó sus carnes y quiso agarrar con fuerza mis nalgas con sus manos. Cuanto más succionaba con mi boca, más fuerte clavaba sus dedos en mi culo.

Si en algo soy buena es para el morbo y dejar la miel en los labios. Tal como empecé, paré y le dije de volver con nuestros chicos. Según salimos nos recolocamos la ropa y ella se abanicaba para bajar el calentón. Al acercarnos a nuestras parejas, el mío con una mirada mientras hablaba con el alemán, me lo dijo todo y creo que yo a él. Se le dibujó en la cara ese gesto con sonrisa pícara tan peculiar que tiene. Por su parte, ella tal como llegamos le comentó algo al oído a él y este le dió un cachete cariñoso en el culo y un pico. Seguido de una mirada entre satisfacción, deseo y envidia.

La noche y la fiesta continuó. Entre destellos de color, fuimos conociéndonos más y bailando tímidamente junto a una mesa alta donde apoyabamos las copas. Ya sabéis a qué me refiero. No tardamos ella y yo en volver a bailar juntas pero ahora con más contacto. Hasta ese momento de dejarse llevar por el ritmo y estar a pocos centímetros. Sin llegar a liarnos, solo subiendo la tensión sexual. Tampoco faltó el restregón de culo por la entrepierna de mi pareja. Si tuviera más ritmo lo llamaría perreo, pero son alemanes. En ese punto de la noche yo también jugué algo con él (con el alemán). Claramente era más torpe y se ponía algo más nervioso de sentirme cerca o tocarme. Aunque no se asustaba ni quitaba las manos. Pero si que estaba constantemente buscando con la mirada la aprobación de mi chico.

Con la ronda de copas apuradas, apenas necesitamos conversación. Cruzar miradas y enseñar la llave tarjeta de la villa fue suficiente. Lo que pasa en Gran Canaria, se queda en Gran Canaria y más de vacaciones. De camino al hotel, ella y yo nos volvimos a dar algún pico y a liar abiertamente delante de nuestros chicos. Que pese al calentón, no hicieron nada más salvo hablar y decidir en qué villa seguir. (El resto de la noche os la cuento en la siguiente parte, si os gusta y queréis saberla, claro). *Disponible el 15 de agosto.

 

 

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