Sexo en la biblioteca

Ayer se cumplió un mito del que había escuchado hablar pero nunca vivido en primera persona. Además de cumplir una fantasía que rondaba mi mente desde hace un tiempo. Tener sexo en la biblioteca.

Todo comenzó en la biblioteca de la universidad. Estaba con mis apuntes y mis prácticas haciendo números. Casualmente un par de mesas más allá, había una chica muy guapita de cara. Pelo negro, liso, largo, con flequillo por las cejas. ojos un poco achinados, labios finitos, nariz pequeña. El cuerpo en ese momento no lo veía mucho. Pero puedo adelantar que complexión normal y cuerpo apetecible.

El caso es que estaba sentada frente a mí, pero como digo, en otra mesa a un par de metros. De vez en cuando intercambiamos miraditas. Lo típico de las bibliotecas. Yo notaba que a veces me miraba y me hacía el despistado. Igual que cuando yo la miraba a ella y hacía como que no se daba cuenta. A veces sí que coincidimos y no sé como explicarlo pero se notaba cierta tensión.

Sin darnos cuenta empezamos a jugar un poco. Ella a veces se ponía como a chupar el boli, y cuando la miraba, levantaba su mirada y se sonreía. Yo en una de las veces le saqué la lengua. Ella me respondió sacando su lengua también y ambos nos reímos en silencio a la vez.

Salí a pillarme algo de las máquinas, y según pasé cerca de su mesa me quedé mirándola y la sonreí. Seguí mi camino hasta las máquinas de vending y allí me sorprendió que ella vino detrás de mí.

Muy simpática me dijo. “Vaya tardecita de biblioteca ¡eh!” A lo que yo le respondí: “Es que estudiar es un poco aburrido ¿no crees?” Ella se rió y se sacó otra lata para brindar conmigo. Estuvimos hablando a lo tonto sobre qué estudiábamos y de cosas tontas.

Nos volvimos a nuestros sitios para seguir con el rato de estudio. Pero ahora había muchas más interacciones. Miradas, guiños, muecas, risas, y tonterías. Hasta que al final, terminé sentándome en la mesa que ella estaba. Lógicamente ahí terminó la sesión de estudio en la biblioteca de la universidad. Fuimos hablando de nuestras cosas y se notaba cierta complicidad. No tardamos en ir a la zona de las estanterías a buscar un libro que nos hacía falta. Comprobamos que no hubiera nadie en los pasillos de al lado y nos liamos.

Nos comimos la boca unas cuantas veces. Parábamos, nos mirábamos, nos daba la risa. Nos acercábamos lentamente a la boca del otro y nos liábamos otra vez. Ella se tiró a mi cuello y me mordió. Yo le dije de parar mientras le daba palmaditas en el culo. Pierdo el control cuando juegan con mi cuello así. Ella siguió con besos y chupándome.

Ya con más confianza la agarré del culo, que para mi sorpresa lo tenía durito. La erección se hizo inevitable y rozaba mi polla dura contra su cuerpo. En cuánto lo noto, pasó su mano a mi entrepierna. Me la palpó por encima del pantalón y se hizo la sorprendida. La interesante con esa picardía de falsa inocencia por descubrir el tamaño que tenía. En silencio la dije: “Pa’ tu boquita”. Ella me leyó los labios, revisó de una mirada rápida que seguíamos solos en aquel rincón de la biblioteca y se bajó al pilón súper sensual.

Se la comió sin pensar. Entera del tirón en su boca. Que se la fue sacando lentamente mientras me miraba. Me la chupó entera un par de veces puesta de cuclillas y sujetando con su mano mi puntita mientras con la lengua la lamía por abajo. Se puso de pie, me comió la boca a la vez que me pajeaba y me susurró. “Aquí más no, recoge todo que voy a hacer una cosa.” Y se fue por el pasillo entre los libros. A unos pasos se giró y me guiñó un ojo.

Fui a la mesa, recogí todo y llegó ella. Con su cara sonriente me soltó: “He reservado una sala de estudio de la biblioteca” Yo me quede ¡Eing? Ella añadió: “Para que me estudies toda a fondo” Se sonrió y relamió.

Según entramos en la habitación, soltamos todo en la mesa y nos volvimos a liar. Ahora mucho más pasional. Ella me desnudaba y yo la sobaba el culo por debajo del pantalón y las bragas. Fuimos girando sobre nosotros mismos hasta el final de la sala. Dejamos un reguero de ropa por el suelo. Ella se apoyó en la pared y le bajé a los tobillos las bragas de un solo tirón.

Su coño sin vello estaba ardiendo. Lo noté en mi lengua. Un sabor salino llenaba mi boca. A la vez que mucha baba, o quizás era su coño que mojaba. Ella me sujetaba la cabeza y me animaba. Levantaba una pierna para que pudiera comerla mejor. Se la puse por mi hombro y me puse de pie con ella encima. En el momento se asustó, pero de comerla el coño así se puso a mil. Su coño por peso me ahogaba. Me tapaba toda la boca. Hasta podía meter mi lengua dentro y moverla mucho. Creo que se corrió o por lo menos se mojó mucho y gimió.

Me dijo bájame, bájame y de entre sus cosas se sacó un condón. Me miró y resopló al ver mi pollón. Yo me senté en la silla y me lo puso con su boca. Mientras me la comía. Primero poquito y luego completa. A veces como que hablaba pero no la entendía. ¡Joder como la comía! No necesitaba ayuda, tragaba toda, sujetaba los huevos. Se atragantaba ella sola. Yo a veces apretaba levantándome un poco de la silla y ella me pegaba para que bajara mientras balbuceaba.

Se dio la vuelta a hacer twerking con mi polla entre sus piernas y su culo. Yo la miraba hipnotizado y cuando se frotaba conmigo le escupí en el culo. En ese momento ella pasó una mano y se metió un poco un dedo en el culo. Me estaba estallando la polla de verla. Se acercó más y se sentó sobre mi polla.  Literalmente su coño ardía y me apretaba la polla. Sentía el calor y la presión a través del condón.

Se la clavó toda y se follaba ella sola. Fui a meterle yo mis dedos en su culo pero ahí no me dejó.

De repente empezó a moverse y hacer la batidora. Por momentos parecía que me iba a partir la polla. Se la fue sacando hasta dejarse la puntita dentro. Ya no pude más y me llegó la corrida. Instintivamente la agarré por las caderas y tiré de ella. Mi polla se enterró en su coño. Yo empecé a bufar y bramar. Ella se dejó llevar y cuando la tenía más profunda, levantó sus pies del suelo y fue brutal. Su coño me apretaba aun más. En plena corrida el placer era descomunal. Le agarré por las tetas y la estrujé. Sin levantarme de la silla, la embestía con cada chorro de lefa que sentía que salía.  Me corrí con tal cantidad y su coño apretaba tanto que parte de la corrida se salió por debajo del condón.

Al quitarse, de su coño también salió corrida, pero no era mía. Ella también estaba empapada en su corrida y había mojado todo. Cansados nos miramos y nos reímos de la situación. Hicimos un poco de tiempo con la puerta entreabierta para que se ventilara la sala y nos fuimos como si allí no hubiera pasado nada.

 

**Si te ha gustado este relato sobre la experiencia de tener sexo casual en la biblioteca de la universidad, recuerda que también se pueden escribir personalizados y exclusivos para ti. (ver info)